El consenso entre la Asociación Mundial de Sexología y la OMS en el año 2000, define a la salud sexual como «la experiencia del proceso permanente de consecución de bienestar físico, psicológico y sociocultural relacionado con la sexualidad.»
La salud sexual se observa en las expresiones libres y responsables de las capacidades sexuales que propician un bienestar armonioso personal y social, enriqueciendo de esta manera la vida individual y social.
No se trata simplemente de la ausencia de disfunción o enfermedad o de ambos. Para que la salud sexual se logre es necesario que los derechos sexuales de las personas se reconozcan y se garanticen.
¿Qué encontrará aquí?
Necesidad de formación en salud sexual
Las grandes consecuencias que trae consigo esta definición obligan al ser humano del siglo XXI a estar correctamente dispuesto, informado e instruido para disfrutar de una vida sexual satisfactoria con o sin pareja estable.
Uno de los objetivos de esta web es aportar conocimientos que sirvan a el/la usuario/a para optimizar, desarrollar y mejorar lo mayormente posible su salud y capacidad sexual.
Las disfunciones sexuales
Aunque en la actualidad, conocer la incidencia real de los trastornos sexuales es bastante difícil para los investigadores que se dedican a ello, por la escasez de indicadores y pruebas que permitan un apropiado análisis cuantitativo, dificultades para obtener muestras representativas de la población general, elevada proporción de patología oculta, etc.
Se sabe por los más recientes e importantes estudios epidemiológicos realizados con calidad metodológica que la proporción de estos trastornos es elevada, y que su repercusión tanto en los aspectos físico y mental del individuo como en su entorno social y familiar suelen producir un importante menoscabo de la calidad de vida.
Asimismo, la aparición de algunas disfunciones sexuales como manifestación de enfermedades ocultas: patología cardiovascular, trastornos del estado de ánimo, desequilibrios emocionales, disfunciones familiares, alteraciones psicosociales o eventos vitales estresantes, hacen que estos trastornos sexuales se comporten como síntomas “centinela” de otras entidades cuya detección precoz es fundamental para su pronóstico y curación.
Salud sexual y cardiovascular
En este contexto, la disfunción eréctil o impotencia masculina se presenta como uno de los problemas más importantes, no sólo por su creciente frecuencia como motivo de consulta, sino también porque comienza a ser considerado un marcador de riesgo cardiovascular después de los resultados de varios estudios, que han revelado una fuerte asociación entre disfunción eréctil y riesgo cardiovascular.
Es decir, estas investigaciones han demostrado que los hombres impotentes tienen mayor riesgo de padecer hipertensión arterial, diabetes, tabaquismo o hipercolesterolemia. Y viceversa: los hipertensos, diabéticos, fumadores e hipercolesterolémicos parecen presentar una mayor predisposición a padecer disfunción eréctil.
Salud sexual y calidad de vida
Además, hay suficientes estudios que evidencian la estrecha relación existente entre salud sexual y calidad de vida, lo que corrobora la inmensa importancia de ocuparse de llevar una vida sexual satisfactoria.
Quizá por estas y otras razones, la OMS elaboró en el año 2000 un documento junto con la Organización Panamericana de la Salud y la Asociación Mundial de Sexología, “Promoción de la salud sexual. Propuestas para la acción”.
En este documento se aborda la sexualidad de manera integral, como dimensión fundamental de la persona humana, y que sirve de base a los gobiernos y agrupaciones profesionales para la incorporación de la atención a los problemas sexuales a los servicios sanitarios y sistemas nacionales de salud de forma progresiva e integrada.