El ser humano occidental del siglo XXI vive en una época en la que adolescentes con una precocidad creciente y personas de la llamada “tercera edad” con una actividad mucho más intensa que antaño, han provocado un ostensible y progresivo alargamiento de la vida sexual.
Sin embargo, las elevadas tasas de infecciones de transmisión sexual, embarazos no deseados y de violencia contra la mujer adolescente demuestran que la educación sexual actual en las escuelas es inefectiva, si no perniciosa. Asimismo, la amoralidad de las referencias al sexo adolescente en los medios de comunicación más importantes, la ubicuidad de la pornografía y el caos informativo provocado por el mal uso de Internet, son algunos de los factores responsables de la confusión y el desbarajuste reinantes en la sexualidad del adolescente de hoy en día
Cambios sexuales en la adolescencia
En la adolescencia se producen una serie de cambios cruciales a nivel psico-fisiológico, que marcan el final de la infancia y constituyen la transición hacia la etapa de adulto. No obstante, cabe considerar que los efectos de la edad en la sexualidad del individuo, a diferencia de otras funciones humanas, son poco predecibles y presentan gran variabilidad no sólo entre sexos, sino también entre personas.
Por un lado, los varones alcanzan el máximo de su actividad y potencia sexual a los 17 ó 18 años de edad. Por el contrario, las mujeres adquieren su mayor potencial en los últimos años de la década de los 30 y a principios de la década de los 40. Este hecho presenta una alta variabilidad entre personas y es influido por factores sociológicos a lo largo del tiempo.
En el caso del varón, en la pubertad suele iniciarse un desarrollo de la libido. Esta llega a su punto álgido sobre los 17 ó 18 años de edad. En estas edades los varones presentan una sexualidad muy intensa con deseos continuos de liberación orgásmica.
Es frecuente para un joven en los primeros años de la veintena tener varias eyaculaciones diarias, las cuales conseguirá mediante la masturbación o la polución nocturna si carece de compañero/a sexual.
Estos jóvenes suelen tener erecciones de manera instantánea como reacción a pensamientos, imágenes o contactos eróticos, experimentan una fuerte sensación orgásmica y después presentan una lenta detumescencia, con un corto periodo refractario (tiempo transcurrido entre una eyaculación y la siguiente erección): de pocos segundos a un minuto.
Por su parte, las chicas de estas edades también experimentan un gran desarrollo físico y el aumento de sus intereses sexuales. No obstante, suelen preocuparse más por atraer al sexo opuesto y establecer una relación amorosa que por el aspecto puramente físico del sexo, a diferencia de los varones.
Su despertar sexual es más lento y aparentemente su necesidad de orgasmo es menor. Del 30 al 40 por ciento de las muchachas de esta edad afirman no masturbarse, mientras que el porcentaje sube a más del doble en el caso de los chicos.
Nuestra pregunta es: ¿qué respuestas y soluciones estamos dando en la sociedad actual a esta inevitable explosión hormonal masculina y femenina? Abrimos el debate invitándote a comentar más abajo…
La verdad es que la educación sexual siempre se ha adquirido en la calle. En casa los padres no hablan del tema y en la escuela les hablan de la reproducción, de anatomía de los órganos sexuales y de usar medios anticonceptivos.
Al final todos aprenden en la calle, ya sea para bien o para mal.
Lo único que se les dice a los adolescentes es que usen condón, sin preocuparnos de nada más… Como si eso fuera lo único importante, o les interesase… lo más mínimo 🙂