Los niveles de testosterona en plasma muestran una variación circadiana, con un pico durante el sueño, y su punto más bajo en el final de la tarde, a través de un patrón ultradiano con pulsos cada 90 minutos, que refleja el ritmo pulsátil subyacente de la secreción de la hormona luteinizante (LH).
El aumento de la testosterona no depende del ritmo circadiano, sino del sueño, y requiere de al menos 3 horas de sueño con una arquitectura normal. Diversos trastornos del sueño (anormalidades de su calidad, duración, o alteración del ritmo circadiano) y trastornos respiratorios del sueño pueden dar lugar a una reducción en los niveles de testosterona.
Sin embargo, las evidencias científicas que respaldan el posible efecto directo de la restricción del sueño o alteración del ritmo circadiano en los niveles de testosterona independientemente de otras comorbilidades y del efecto sobre la globulina fijadora de hormonas sexuales (SHBG), son equívocas y tenues.
El síndrome de apnea obstructiva del sueño (SAOS) no parece tener un efecto directo sobre la testosterona, después de un ajuste de los datos disponibles por edad y presencia de obesidad.
Sin embargo, sí puede establecerse una relación causal indirecta con base en el efecto del SAOS sobre la obesidad. Asimismo, el tratamiento del SAOS moderado o grave con presión positiva continua en vía aérea (CPAP) no aumenta de forma fiable los niveles de testosterona en la mayoría de los estudios.
Por el contrario, una reducción de peso sí lo consigue de forma predecible y lineal en proporción a la cantidad de peso perdido. Aparte de un efecto deletéreo muy transitorio, el tratamiento con testosterona no afecta negativamente al SAOS.
¿Afectan los niveles de testosterona a la calidad del sueño?
Los datos del efecto de la testosterona sobre la calidad del sueño pueden depender de si la testosterona se da como sustitución, en dosis supraterapéuticas, o en un contexto de abuso de su consumo.
Los datos experimentales sugieren que la testosterona puede modular la vulnerabilidad individual a padecer síntomas subjetivos de restricción del sueño.
La testosterona baja puede afectar la calidad del sueño en general, que es mejorada por un tratamiento sustitutivo. Por el contrario, las altas dosis de testosterona exógena y el abuso de los esteroides anabólico-androgénicos se asocian con anomalías en la arquitectura y la duración del sueño.
Bibliografía: Wittert G. The relationship between sleep disorders and testosterone in men. Asian J Androl. 2014 Mar-Apr;16(2):262-5.